"De todo corazón, espero y ruego que sean lo suficientemente sabios para aprender las lecciones del pasado. No tienen que pasar tiempo comportándose como un Lamán o un Lemuel para saber que es mejor ser un Nefi o un Jacob. No tienen que seguir el camino de Caín o de Gadiantón para darse cuenta de que 'la maldad nunca fue felicidad' (Alma 41:10).
El aprender las lecciones del pasado les permite andar con confianza en la luz sin correr el riesgo de tropezar en tinieblas. Así es como se supone que debe ser. Éste es el plan de Dios: el padre y la madre, el abuelo y la abuela, enseñan a sus hijos; los hijos aprenden de ellos y entonces se vuelven una generación más recta mediante sus propias experiencias y oportunidades. El aprender las lecciones del pasado les permite edificar un testimonio personal sobre la roca sólida de la obediencia, de la fe y del testimonio del Espíritu." (Elder M. Russell Ballard, Liahona mayo 2009, pág.33-34)
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